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Detrás de tantas balas existe un país en paz  

Por: Valeria Prieto y Luisa Jaramillo

En el marco de la Feria Internacional del libro 2023, el panel “Crónicas desde tierras de nadie” protagonizado por Cristian Valencia y Tatiana Escárraga, deleitó a los asistentes con una conversación completa sobre el periodismo descentralizado en Colombia.   

Para hacer periodismo de calidad y con enfoque territorial hay que ver más allá del propio ombligo. Para ser más específicos, se debe dejar de pensar en las historias de la metrópolis y empezar a pensar en las regiones alejadas. Según Cristian Valencia, el periodista habla en primera persona, no para abarcar los reflectores y la atención mediática, sino para darles visibilidad y credibilidad a las historias que se cuentan desde lo más profundo del país, incluso en terrenos inhóspitos. Cuando se viaja a los territorios marginados, lo único que hace el periodista es darles a los lectores la posibilidad de que conozcan ese mundo.   

  

La única forma de transpolar el periodismo urbano hacia lo rural es visitando esos lugares, el periodismo regional es una obligación de todos los periodistas. Las claves de los cronistas invitados se basan en el reconocimiento a fondo del territorio para entender las dinámicas sociales, culturales e incluso la creación de vínculos cercanos con las comunidades. El periodismo turístico que se hace a las figuras de poder, a los ejércitos y los grupos al margen de la ley no brinda la oportunidad de entretejer sociedad.   

  

Por esta misma línea, la forma correcta de contar las historias es establecer mecanismos para reparar y armonizar los tejidos sociales de cada una de las personas que habitan Colombia, teniendo en cuenta que todos hacemos parte de un mundo que sí es distinto, pero requiere voz y resistencia. En este sentido, la forma de contar las historias está relacionada con generar conciencia y espacios en donde las distintas comunidades, personas y territorios puedan permanecer sin ser discriminados.  

  

Una historia debe ser contada sin ánimo de ser amarillista, es decir, no es un relato que se cuenta por contar o porque se escucha bonito. El verdadero sentido de este tipo de representaciones es entender que hay personas que históricamente han sido relegadas y totalmente abandonadas. Así que, siguiendo las palabras previas, la forma de hacer este periodismo narrativo es sintiendo esos gritos de las comunidades que anhelan ser escuchadas.  

  

Hay bastante trabajo en querer hacer la paz, en crear relaciones que mantengan la armonía dentro de un país. Pero, “¿qué hacer si no ha sido posible empezar con las cosas pequeñas como un simple, yo te ayudo?”, a esto se refiere Valencia con “La paz chiquita”. Esta paz depende de múltiples factores, el primero es el factor cultural porque trabajar con diversas comunidades a la vez, termina siendo una tarea ardua para el periodista que relata las crónicas; el segundo, desafortunadamente muchas veces tiene que ver con el hecho del sexo que tiene el o la cronista, porque lamentablemente este oficio había sido pensado para ser ejercido por hombres.  

  

En conclusión, el periodismo resulta ser un espacio en el que las personas pueden contar las realidades que hacen parte del diario vivir de personas, territorios y comunidades enteras. Como dice Tatiana, “el periodismo es el arte de contarle a la gente las cosas que le pasan a la gente”, en ese sentido este oficio se convierte en pasión y ganas de enfrentar los desafíos que día con día la vida ofrece.  

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