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Dentro del abismo: la mirada de la migración de afuera hacia adentro  

Por: Valeria Prieto y Hannah Botero

Los fenómenos migratorios en Venezuela están en una constante transformación, es importante analizar el fenómeno desde un ejercicio periodístico y ciudadano responsable. 

Tras la muerte de Hugo Chávez y posteriormente la posesión en la presidencia de Nicolás Maduro, Venezuela se sumió en una crisis económica, política y social. Este suceso ocasionó que millones de venezolanos migraran hacia otros lugares del mundo en busca de las garantías y las oportunidades que no encontraban en su país.  La toma indiscriminada del poder causó el desequilibrio de un país rico en recursos, cultura y sociedad. La vida se sentía como la explosión de un volcán; por un lado, estaban las personas que se quedaron a protestar para recuperar la dignidad, por el otro, la cara más desolada, las de las rocas del volcán que se van para jamás volver. Así es como la migración se convirtió en una realidad.  

 

Se pensaría que después de una crisis, después de tocar fondo, todo está destinado a mejorar; pero en Venezuela no fue así. “Lo primero que hay que entender es que existe internacionalmente una información equivocada que hace suponer que en Venezuela las cosas cambiaron y ahora son mejores”. Son las palabras con las que Tulio Hernández, sociólogo, escritor, profesor venezolano y exiliado político, comienza en una rueda de preguntas sobre la concepción de su país. Sentado en un sofá y con una gran cantidad de espectadores sedientos de información, Hernández junto a sus colegas Héctor Torres y Ginna Morelo, cuentan en historias y experiencias la realidad de la diáspora venezolana.  

  

Héctor Torres, escritor y editor venezolano, cofundador de la organización La Vida de Nos, narra historias de vivencias de los venezolanos dentro y fuera de su país. Junto con sus colegas encontraron el espacio en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBO 2023), para hablar de la existencia de una diáspora venezolana y además profundizar en temas sobre las emociones que cargan los migrantes. El panorama venezolano que se visualiza desde el exterior parece desolador para los habitantes del país, por su parte las noticias que surgen alrededor del mismo apelan al enojo y al miedo. Las noticias malas son muy fáciles de difundir, plantea Torres: “cuando una noticia que circula en las redes parece moldeada por los prejuicios, el deber de toda persona es desconfiar. Hay un ejercicio de ciudadanía y, por otra parte, un ejercicio periodístico responsable”.  

  

La migración es una problemática que se repite consecutivamente en muchos lugares del mundo, por supuesto con sus particularidades culturales y territoriales. En la gran mayoría de los casos migratorios, existe un estigma sobre las personas que llegan de otros territorios. En ese orden de ideas, fortalecer las políticas públicas que apunten a educar y sensibilizar a determinados grupos frente a la migración es vital. Hernández, propone dos ideas: la primera, es crear aparatos educativos que enseñen a los ciudadanos que la migración es un derecho humano y que este se rige por normas internacionales. El segundo, radica en la necesidad de una educación intercultural, enfocada hacia los migrantes, con la finalidad de incentivar el respeto y la aceptación de las normas del país al que llegan.   

  

Pareciera que las esperanzas en Venezuela son altas para la recuperación de la economía y la reparación social; sin embargo, es una idea que se construye de puertas para afuera. Se cree que la sociedad civil venezolana fue derrotada, pero la desolación y el dolor han logrado que los más pobres creen redes de apoyo, a través de organismos multilaterales, para la obtención de recursos vitales como el agua y la comida. En rasgos generales, Torres plantea la idea de que los venezolanos sufren de una pobreza multidimensional, por lo tanto, han tenido que buscar por sí mismos las alternativas para seguir viviendo.  

  

“La idea de que si cayera Maduro mañana todos los venezolanos volverían al país, es errónea”, argumenta Tulio Hernández sobre el destino del país. “Venezuela es una nación destrozada internamente, tanto en su red social como en su aparato económico, y esto demandará mucho tiempo para la reconstrucción”.   

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