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Letras sin país de procedencia 

Por: Valeria Prieto y Hannah Botero

Cuando el periodismo internacional se acerca para dar una mirada de las sociedades latinoamericanas evita contar los hechos desde una mirada eurocéntrica. En cambio, rescata el periodismo local para que sean los lectores quienes le den nacionalidad al periódico, implícitamente, dándole el poder de contar las historias desde el mismo territorio, al menos ese, es el propósito de Jan Martínez Ahrens director de “El País” América. 

 

El periodismo en América es un universo en sí mismo. El darles voz a esos sucesos cotidianos latinoamericanos es todo un reto. Pues, una mirada desde adentro es lo que se necesita para llegar a todos aquellos lectores que ven un reflejo de su nación, tras las palabras de un reportaje o crónica. Sin embargo, la creación del producto pareciera no ser el reto al que el periodismo de estos territorios se enfrenta. Más bien, pareciera que, aquella batalla debe librarse desde una postura familiar, refiriéndose a un periodismo que posea la nacionalidad de sus lectores. 

 

La hostilidad pareciera existir entre las tierras de América Latina con tanta tranquilidad, que cada paso de los lectores por la información pareciera dejar huella de aquello. Contar lo que pasa puede rozar lo imposible si lo que se cuenta parece ajeno. 

 

Al momento de realizar periodismo de calidad en zonas tan turbulentas, la violencia de diferentes formas puede realizar su aparición estelar. Porque más allá de ser las cosas que pasan son las cosas que se consumen. No se puede esperar mayor calidad de periodismo si lo único con lo que constantemente se tiene contacto es la existencia deficiente de transmisión que evita el desarrollo de un pensamiento crítico en los lectores. 

 

Según esto ¿Existe la clave para un buen periodismo? Sí. un buen periodismo es marcado por la humanidad que acompaña a quien lo realiza. Nutrir la experiencia reconociendo la calidad de los emisores y la información que llega a cada una de las manos, y desde allí, seguir creciendo y entendiendo como el mismo aprendizaje que conduce al periodista, forja un camino a entregar productos de calidad; contenido que provocará un impacto. 

 

Esto en el caso del periódico “El País” se puede apreciar desde la visión del mundo que parte de un concepto progresista de la política y de los sucesos sociales. Del rigor a la hora de elaborar la información y del contraste. Pero somos latinoamericanos y por más perfectas que suenen aquellas palabras de aliento hay que tener claridad de la situación de nuestro territorio. Porque muchas de las voces latinoamericanas no hablan ni llegan a tierras de nadie y lamentablemente la mayoría de nuestras ciudades carecen de voz. 

 

Un territorio silenciado por la violencia, las amistades financieras de los medios y el periodismo mediocre que corre en los micrófonos de muchas televisiones. Un periodista es enviado al frente de batalla y, si logra sobrevivir, puede ser abatido finalmente por aquellos líderes que gozan de la ignorancia; hombres triunfantes por la falta de periodismo real. 

 

Realmente, Latinoamérica nunca vio la luz de su independencia en muchos aspectos. y muchos periodistas agachan la cabeza a aquella esclavitud que detiene sus palabras. Un periodismo con la nacionalidad de aquel que disfruta tras sus letras, un periodismo para todos, que busca evitar el sentir externo de sus investigaciones. Si el lector no logra sentir una familiaridad con el periodismo que lo rodea, entonces su mensaje carece de claridad y destino. 

Aquellas enseñanzas deberían gozar de claridad en la mente de cualquier periodista que desea formar una identidad. Un periodismo con tantas nacionalidades como sus lectores. 

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